Ayer 17 de diciembre La Opinión de Zamora aprovechó la firma de libros que realizaba en la librería Mil Hojas para publicarme la entrevista que me hizo la periodista Natalia Sánchez recientemente a propósito de la novela Mulligan Carter.
domingo, 18 de diciembre de 2016
Mulligan Carter sigue golpeando...
Tras la presentación el 26 de noviembre, Zamora News se hizo eco de ella junto con Salamanca RTV al día.
Ayer 17 de diciembre La Opinión de Zamora aprovechó la firma de libros que realizaba en la librería Mil Hojas para publicarme la entrevista que me hizo la periodista Natalia Sánchez recientemente a propósito de la novela Mulligan Carter.
Ayer 17 de diciembre La Opinión de Zamora aprovechó la firma de libros que realizaba en la librería Mil Hojas para publicarme la entrevista que me hizo la periodista Natalia Sánchez recientemente a propósito de la novela Mulligan Carter.
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domingo, 27 de noviembre de 2016
Mulligan Carter...
Ayer tarde nacía Mulligan Carter. Fue un "parto" deseado, querido y esperado, una novela que llevaba escrita desde aquel intenso verano de 2014. Y es cierto que ya han transcurrido dos años, pero han sido meses de revisiones y de retoques, de buscar la editorial ideal y de alegrarme de que la portada la hiciera la mejor artista, Elena Ayuso, y mejor amiga, ¡suerte la mía!.
Y regreso de nuevo a la novela policiaca de la mano de la detective Margot Taylor, personaje que apareció por primera vez en 19, Clark Street, y que vive en Chicago. En esta ocasión tendrá que investigar un asesinato, esta vez en alta mar.
La presentación fue en La Salchichería, en el sobrao, en la Plaza del Oeste de la capital charra, con la escritora y amiga Ana S. Díaz de Collantes como presentadora del acto.
A poco más de un mes para concluir este año,echo la vista atrás y me emociono, la verdad es que ayer fue una noche inolvidable, para recordar toda la vida.
Gracias a todos los que me acompañasteis en presencia o con el pensamiento, todas vuestras buenas vibraciones me llegaron, estad seguros.
Sed felices.
domingo, 8 de mayo de 2016
Padrino...
Padrino:
"Dícese de la persona que ampara y protege a otra, y que a veces emplea
su poder para facilitarle la consecución de algo".
La verdad es que no sé si tenías algún superpoder, lo que sí sé es que me ayudaste a darle imagen, letras, imaginación, pintura, forma, valor y, sobre todo, pasión a la vida.
Agradezco haber sido elegida por mis padres para ser tu ahijada porque valoré a través de tu persona la sensibilidad en el arte, la riqueza emocional que aportan las reuniones entre amigos, la sobremesa tras una buena comida regada de un buen vino, la magia y las leyendas de Sanabria, la belleza de un edificio en ruinas, el descubrimiento como hecho al que se llega arriesgando. Te valoré y te quise (como te sigo queriendo) como tío, padrino, amigo. Porque nadie como tú para descolgar el teléfono y llamarme, eso sí, cuando a ti te apeteciera, porque tú eras de hacer lo que te apetecía cuando te apetecía, no lo que dijeran los demás, y me preguntabas eso de "Loreta, ¿qué tal?, cuéntame, seguro que tienes algo en mente, ¿qué vas a estudiar ahora?... no eres capaz de quedarte quieta ni un segundo, eres una lagartija, ya lo decía la abuela". Y acertaba, siempre acertaba.
Llevo estos últimos días intentando reorganizar los recuerdos que tengo de mis años con tío Raúl como si de una caja de fotografías se tratara, la abro mentalmente y extraigo fotogramas al azar: una noche de verano en la casa del Lago escondida en lo alto de la escalera escuchando a Ray Charles mientras te observaba junto a tus amigos conquistar la madrugada; esa regañina a los dieciséis años (de las que dejan huella); la habitación del piano en casa de la abuela y tus grandes periplos; el olor a papel vetusto que envolvía los altillos de la tienda; una pila de fotografías antiguas, color sepia; tus susurros para que nadie te oyera contándome algo o yo a ti un secreto; tus ojos vivos tras las gafas; tus manías (algunas de ellas heredadas por mí); tu perfume (o debería decir "perfumes"); tu inteligencia; tu enorme cultura, que te labraste tú solo; tu cercanía a la hora de sentarte a la mesa con todo tipo de personalidades, desde Piñeiro, el entrañable guardián de la casa del Lago, hasta artistas de renombre.
Lo importante para ti era lo que esa persona podía ofrecerte desde dentro, sus entrañas, esas bellas entrañas que guardamos a veces recelosos y que solo alguien como tú sabía apreciar, como buen coleccionista de arte, querido tío.
A mí me conocías bien, me diste alas para volar alto, y estate seguro que las aprovecharé como mereces.
Seguimos en contacto, tío.
La verdad es que no sé si tenías algún superpoder, lo que sí sé es que me ayudaste a darle imagen, letras, imaginación, pintura, forma, valor y, sobre todo, pasión a la vida.
Agradezco haber sido elegida por mis padres para ser tu ahijada porque valoré a través de tu persona la sensibilidad en el arte, la riqueza emocional que aportan las reuniones entre amigos, la sobremesa tras una buena comida regada de un buen vino, la magia y las leyendas de Sanabria, la belleza de un edificio en ruinas, el descubrimiento como hecho al que se llega arriesgando. Te valoré y te quise (como te sigo queriendo) como tío, padrino, amigo. Porque nadie como tú para descolgar el teléfono y llamarme, eso sí, cuando a ti te apeteciera, porque tú eras de hacer lo que te apetecía cuando te apetecía, no lo que dijeran los demás, y me preguntabas eso de "Loreta, ¿qué tal?, cuéntame, seguro que tienes algo en mente, ¿qué vas a estudiar ahora?... no eres capaz de quedarte quieta ni un segundo, eres una lagartija, ya lo decía la abuela". Y acertaba, siempre acertaba.
Llevo estos últimos días intentando reorganizar los recuerdos que tengo de mis años con tío Raúl como si de una caja de fotografías se tratara, la abro mentalmente y extraigo fotogramas al azar: una noche de verano en la casa del Lago escondida en lo alto de la escalera escuchando a Ray Charles mientras te observaba junto a tus amigos conquistar la madrugada; esa regañina a los dieciséis años (de las que dejan huella); la habitación del piano en casa de la abuela y tus grandes periplos; el olor a papel vetusto que envolvía los altillos de la tienda; una pila de fotografías antiguas, color sepia; tus susurros para que nadie te oyera contándome algo o yo a ti un secreto; tus ojos vivos tras las gafas; tus manías (algunas de ellas heredadas por mí); tu perfume (o debería decir "perfumes"); tu inteligencia; tu enorme cultura, que te labraste tú solo; tu cercanía a la hora de sentarte a la mesa con todo tipo de personalidades, desde Piñeiro, el entrañable guardián de la casa del Lago, hasta artistas de renombre.
Lo importante para ti era lo que esa persona podía ofrecerte desde dentro, sus entrañas, esas bellas entrañas que guardamos a veces recelosos y que solo alguien como tú sabía apreciar, como buen coleccionista de arte, querido tío.
A mí me conocías bien, me diste alas para volar alto, y estate seguro que las aprovecharé como mereces.
Seguimos en contacto, tío.
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miércoles, 4 de mayo de 2016
Nuevos poemas publicados...
Una nueva publicación llega a mi vida, cuatro breves poemas aparecerán en una Antología Poética VER S.O.S a raíz de un concurso realizado por Ediciones de Letras y en el que participé.
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lunes, 14 de marzo de 2016
Todo sabe igual...
Se acerca la Semana Santa y confieso que desde el Pregón de 2012 me sentía vacía, yerma, no sabía cómo salir de la ínfima realidad semanasantera en la que había entrado. Podría contarles que este viaje me ha enseñado mucho más de lo que yo nunca hubiera imaginado, ya lo dijo alguien una vez, a veces el viaje es que nos hace a nosotros. Este año desde el periódico Zamora News me animaron a escribir unas líneas sobre mi estado de ánimo y ahí van:
Llevo meses viviendo a miles de
kilómetros de la tierra que me vio nacer. Si un amigo canario me
preguntara qué añoro de Zamora, además de a mi familia y amigos, hoy por
hoy le diría que la Semana Santa. Seguramente mi amigo me preguntaría
que por qué, que qué tiene ella que no tenga el mar, o el buceo, por
poner un ejemplo de cosas que cuando estoy allí echo de menos de aquí.
Podría entonces repetirme y hablar de esos diminutos detalles que nos
hacen rememorar estos días con los sentidos, ese olor que se queda
impregnando el aire, el sabor dulce de la despedida amarga, el tacto
aterciopelado de los atardeceres cruzando el rio, la mirada del Cristo
en su Tercera Caída o la melodía fúnebre y rota de la pasión; pero no,
esta vez voy a ir más lejos, tan lejos como los casi 2000 kilómetros que
me separan de mi Semuret.
Para sentir la Semana Santa no se
necesita haberlo mamado desde niño, hay quien no ha tenido la suerte de
crecer en una familia semanasantera, tampoco es óbice que no se viva en
la capital, ni que en la casa las aceitadas sean el plato estrella. Para
sentirla es esencial llevarla en el corazón, tan simple como eso, que a
pesar de la distancia al escuchar los primeros acordes de Thalberg se
te escape un suspiro, que cuando se acercan esas fechas las emociones
galopen sin pausa y que una vez pisas su tierra, todo sepa igual.
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miércoles, 27 de enero de 2016
Zamora es la ciudad tímida...
Zamora es la ciudad tímida que
sorprende tras una muralla desdentada, arropada entre piedras románicas, que
surge altiva cuando llega la Semana Santa,
y parece esfumarse al llegar el invierno, tras una cortina de neblina.
Zamora es la ciudad donde juega el
niño que fuimos, después de la escuela, correteando entre los rincones de la
antigua Semuret, saltando a la rayuela, escondiéndose, riendo, dejando entre
las piedras sonidos pretéritos.
Zamora es la ciudad que crece a
trompicones, a la que volvemos los que nos fuimos, orgullosos, emocionados,
ansiosos de reencontrarnos con las telarañas del pasado.
Nací, crecí y viví en Zamora,
traspasé su dentellada y me mudé a otra ciudad, aun así la siento cuando regreso
en sus momentos, en los momentos. De ella guardo muchos recuerdos en mi caja de
galletas, olores, sonidos, silencios, sabores, tactos… y muchos juegan aún en
el patio del colegio, al corro de la patata, alrededor de esa morera inmensa
que alimentaba nuestras ilusiones.
Corría el año 75, el colegio al que
iba era muy grande (tomo como referencia la estatura que tenia en aquel
entonces), mi maestra, Doña Pilar, olía a naranjas desde la mañana. Algunos
días sentía que podía volar, que las plastilinas eran el motor del mundo, de mi
mundo.
La creatividad nace de un simple
papel, al formarse una simple silueta, una bombilla, un triángulo, todo
alimenta nuestra alma y la hace poderosamente rica.
Otros días, ansiaba llevar a papel
las historias que mi cabeza creaba, mas solo tenía pinturas de cera, de colores
y papel de seda. Y me siento afortunada al poseer en mis manos, aquellos
primeros dibujos que hice ese año, llegando el día del Padre y el de la Madre, y que hoy día decoran
la habitación de invitados.
Y pasado el tiempo, tras intentar
que los sueños se hicieran realidad, estas líneas me permiten regresar a aquel
pretérito escolar en la ciudad batallada, que luchó, y que no “se ganó en una
hora”.
Si alguna vez sientes que escapé de
ti, perdóname, no fue mi intención.
lunes, 18 de enero de 2016
Haz lo que ames...
Mi historia es especial, tiene algo que la distingue del resto y
es que es mía. Si bien antes de comenzar el curso “Haz lo que ames” me
consideraba una mujer sincera, con las ideas claras y sabiendo lo que
quería y, sobre todo, lo que no quería para mí en este viaje vital, este curso me ha dado herramientas para
fortalecer estas ideas, para manejarlas con firmeza, me ha hecho pararme a
pensar que la vida es la que vivimos en este preciso instante, no aquello que
estamos programando para dentro de x días. Una semana de buceo intrapersonal y
de descubrimiento, de escribir mucho. A día de hoy con mi mochila personal
liviana, aliviada de pesos emocionales, camino hacia algún lugar que
desconozco, tampoco me importa, lo único que deseo es seguir haciéndolo con pasión. El amor
mueve montañas, dicen, yo voy más allá, la pasión mueve el amor.
Todo lo que se realiza con pasión da frutos inolvidables. Y si no se lo creen entren en mi blog personal donde miles de historias aguardan lectores ávidos de esa pasión.
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